lunes

¡Elijo lo tuyo!


(Para @divagacionistas, bajo el tema "Elecciones")

Por quinientos años la remota ciudad de Mtumbia había ignorado la veintena de chozas de barro de la cercana tribu K'Chac. Justo hasta el año que el Doctor Nabami regresó a pasar su jubilación en su patria natal.

Por casualidad, el anciano antropólogo fue el primero en constatar que los K'Chac  nacían sin huellas dactilares. Tras varios años, descubrió sorprendido que en aquellos dedos crecían surcos conforme vivían experiencias especialmente emocionantes.

Como los árboles, podías leer la intensidad de vida K'Chac simplemente mirando sus yemas.

El origen del extraño fenómeno parecía ser el Meundero, un fruto tan amargo y tóxico que solo tras consumirse pequeñas cantidades durante varias generaciones generaba este curioso efecto.

Al extenderse la noticia, Mtumbia recibió millones de ofertas para exportar el Meundero, cientos de peticiones para estudiar los K'Chac.

Rechazaron todas.

Al morir el doctor, había presenciado un sencillo ritual donde los K'Chac duplicaban sus huellas dactilares en otros. Podían traspasar sus experiencias vitales.

No difundir el poder K'Chac se convirtió en una responsabilidad nacional mtumbi. Parte de la identidad nacional. No se hablaba de ello a los extranjeros. El gobierno valló las chozas, convirtiéndolas en reserva nacional de acceso controlado.

Solo los mtumbi podían visitar a los K'Chac. Era casi obligación periódica participar en los ritos de transmisión de experiencias, y era más seguro que cazar tú mismo un león o escalar el monte Ngo con tus manos para ver anochecer.

Además así uno tenía más tiempo para subir en redes su última y emocionante aventura.

La lejana Mtumbia se volvió cada vez más inaccesible. La mayoría de Mtumbi dejó sus hogares para vivir más cerca de los K'Chac. Los turistas querían viajar pero el único acceso era por avión y los trabajadores no iban al aeropuerto. Las franquicias querían instalarse y no encontraban socios mtumbi disponibles. El gobierno no respondía. Pero si consultabas las redes sociales de la población, todos estaban ocupadísimos saltando desde la cascada "como una K'Chac" o corriendo por la sabana "como un K'Chac".

O follando "como un K'Chac", una de las experiencias más demandadas.

Como los K'Chac tenían roles muy definidos, los dedos de algunos eran mucho más solicitados que otros.

La criminalidad mtumbi cayó al cero por ciento. También la natalidad.

En dos generaciones, Mtumbia quedó desierta. Muchos adoptaron la ropa y costumbres austeras K'Chac y se casaron con ellos.

La mitad de los K'Chac, los más enriquecidos con el trasvase de experiencias, se mudo a Mtumbia. Igual que ya habían hecho sus antepasados quinientos años atrás.

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