Por quinientos años la
remota ciudad de Mtumbia había ignorado la veintena de chozas de barro de la
cercana tribu K'Chac. Justo hasta el año que el Doctor Nabami regresó a pasar
su jubilación en su patria natal.
Por casualidad, el anciano
antropólogo fue el primero en constatar que los K'Chac nacían sin huellas dactilares. Tras varios
años, descubrió sorprendido que en aquellos dedos crecían surcos conforme
vivían experiencias especialmente emocionantes.
Como los árboles, podías
leer la intensidad de vida K'Chac simplemente mirando sus yemas.
El origen del extraño
fenómeno parecía ser el Meundero, un fruto tan amargo y tóxico que solo tras
consumirse pequeñas cantidades durante varias generaciones generaba este
curioso efecto.
Al extenderse la noticia,
Mtumbia recibió millones de ofertas para exportar el Meundero, cientos de peticiones
para estudiar los K'Chac.
Rechazaron todas.
Al morir el doctor,
había presenciado un sencillo ritual donde los K'Chac duplicaban sus huellas
dactilares en otros. Podían traspasar sus experiencias vitales.
No difundir el poder K'Chac
se convirtió en una responsabilidad nacional mtumbi. Parte de la identidad
nacional. No se hablaba de ello a los extranjeros. El gobierno valló las
chozas, convirtiéndolas en reserva nacional de acceso controlado.
Solo los mtumbi podían
visitar a los K'Chac. Era casi obligación periódica participar en los ritos de
transmisión de experiencias, y era más seguro que cazar tú mismo un león o escalar
el monte Ngo con tus manos para ver anochecer.
Además así uno tenía
más tiempo para subir en redes su última y emocionante aventura.
La lejana Mtumbia se
volvió cada vez más inaccesible. La mayoría de Mtumbi dejó sus hogares para vivir
más cerca de los K'Chac. Los turistas querían viajar pero el único acceso era
por avión y los trabajadores no iban al aeropuerto. Las franquicias querían
instalarse y no encontraban socios mtumbi disponibles. El gobierno no
respondía. Pero si consultabas las redes sociales de la población, todos
estaban ocupadísimos saltando desde la cascada "como una K'Chac" o
corriendo por la sabana "como un K'Chac".
O follando "como
un K'Chac", una de las experiencias más demandadas.
Como los K'Chac tenían
roles muy definidos, los dedos de algunos eran mucho más solicitados que otros.
La criminalidad mtumbi cayó al cero por ciento. También la natalidad.
En dos generaciones, Mtumbia
quedó desierta. Muchos adoptaron la ropa y costumbres austeras K'Chac y se casaron
con ellos.
La mitad de los K'Chac,
los más enriquecidos con el trasvase de experiencias, se mudo a Mtumbia. Igual que ya habían hecho sus antepasados quinientos años atrás.
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