lunes

Dactiloterapia

(Para @divagacionistas bajo el tema "Huellas")

Como todos los días Ainhoa se levantó de la cama y puso alrededor del café tres galletas pulcramente ordenadas. Al lavar la taza sintió un desagradable escalofrío que ascendía desde su pie, como si hubiese pisado una alfombra de crujientes insectos.

Intentando evitar la nausea en sus tripas, miró sorprendida al suelo para descubrir unas huellas en tonos azulados que marcaban el camino recién recorrido de la cama al baño, y luego a la cocina. El contacto de su zapatilla con su huella había provocado aquel imposible malestar.

Evitando sus pisadas se vistió y acudió al médico, dejando un nuevo reguero que iban tomando diferentes colores y brillos. El doctor, desconcertado ante el fenómeno, le dio cita con un especialista que vería su caso en seis meses. La pobre volvió a casa desconsolada, evitando el camino por el que había ido a consulta.

En su domicilio las marcas de color permanecían inmutables.

Visitó varios expertos con idénticos resultados. Nadie era capaz de explicar el suceso o el insólito malestar que le generaba volver sobre sus pasos exactos. Con tanto viaje su coche estaba repleto de huellas, y para evitar las ganas de vomitar al tocarlas se obligó a usar el autobús. Agotados los milímetros de suelo de los autobuses, llegó a los destinos cotidianos paseando por calles que nunca antes había recorrido.

Políticos y youtubers se interesaron brevemente por ella, pero pronto abandonaron su caso al no tener elevado valor de voto ni un índice de fidelización de followers sostenible.

Tras años cubriendo la ciudad de colores, esta se le quedó pequeña. Marchó a Francia, Alemania, Italia... siempre marcando su camino con huellas variables en color y brillo según su ánimo. Nunca faltó quien la ayudase en su periplo con una comida caliente o un lugar donde cobijarse, pues muchos deseaban tener aquella impronta multicolor en sus suelos como recuerdo.

Conforme los años se amontonaban, sus pies la llevaron a cientos de lugares fantásticos hasta fallecer en un pequeño pueblito de Nueva Zelanda, antípoda casual de su ciudad de origen.

Obviando lo esencial, filósofos trataron sin éxito de encontrar una lógica cultural en sus preferencias. Prestigiosos científicos trazaron un ineficiente patrón probabilístico que explicase las variaciones de color.
Por suerte muchos sí entendieron el legado de Ainhoa.

Se inspiraron en sus pasos.


Crearon caminos propios y descubrieron nuevos colores. 

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