El proceso natural de aprendizaje experiencial (a diferencia de lo que sucede en muchas formaciones regladas) recomienda comenzar generando la duda, la necesidad o la expectativa de algo positivo, sigue con la exploración más o menos lúdica y, cuando los resultados generan una emoción lo suficientemente potente (De preferencia positiva) se produce la consolidación de la experiencia, el aprendizaje propiamente dicho.
Dicen que vale más una imagen que mil palabras, y en este caso quiero mostraros como mezclar juego, curiosidad y motivación hacen que una conducta (por ejemplo ir en bici) se refuerce exponencialmente.
Que nadie se engañe, puede que haya una parte de motivación externa por las expectativas sobre el fin del espectáculo (?!), pero la fuente más potente de motivación viene de dentro: La sensación de alegría y diversión y la curiosidad por descubrir cómo acaba.
Observad con atención las caras de las personas que montan en bici, y comparadlas con las de los actores que hacen ejercicio en anuncios de marcas deportivas ¿Alguna diferencia?
Sin llegar al extremo del anuncio... ¿Podemos encontrar formas de hacer más lúdicas aquellas tareas que por sí no lo son? ¿A alguno de los participantes se les va a olvidar las razones de la actividad realizada?
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