Queridos/as amigos/as (ellos ya saben quienes son, algunos de los del post anterior), tenía pendiente escribir esto y me apetecía hacerlo con la perspectiva que da el tiempo y unas cañas. Sobre todo lo último.
Estoy de acuerdo con el tópico de que "a la empresa no venimos a hacer amigos". En parte. Pero no en quien cree que eso significa "a mí no me tienen que importar las necesidades e intereses que tengan los otros como personas más allá de su puesto". Además, no me lo creo. No creo que nuestro "Yo profesional" tenga la habilidad de encerrar a nuestro "Yo social" de forma tan estanca durante la jornada laboral.
Creo que al final las empresas van de personas. Es el principio y el fin (y todo lo del medio). Por eso, cuando entramos en una de ellas es lo primero que intentamos conocer (con quién soy más afín, a quién puedo pedir ayuda...) antes que los procesos, productos, servicios...
También es lo que nos queda cuando, por distintas circunstancias, cambiamos de barco (o el barco se hunde, que la crisis es muy jodida y real). Mi experiencia me demuestra que en esas situaciones aparece la pasta real propia y de quienes nos rodean. Y no siempre será coherente con lo acontecido en situaciones pasadas de mayor bonanza.
Hay que tener valor y madurez para olvidar rencillas y errores (mutuos y ajenos, que siempre los hay), para entender al otro, sonreír y tirar adelante con nuestra mochila cargada de experiencias, enseñanzas y sobre todo emociones positivas.
Hay que ser muy bueno para entender que te llevas relaciones, experiencias, tiempo para hacer otras cosas, nuevas oportunidades...
Al final ¿Qué has perdido? Casi siempre, solo dinero.
Cierto: Es una pu[...], pero pelas, al final, se consiguen más fácilmente (aunque sea del paro) que personas que brillen.
Esta es mi particular manera de daros las gracias por enseñarme.
No hay comentarios:
Publicar un comentario