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El mejor indicador

En una charla a la hora de comer, me han contado una historia que bien podría pasar en cualquier empresa.
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A la hora de realizar una colecta de dinero para un regalo para el compañero X, habían logrado recaudar una increible cantidad. El monto total es lo de menos, lo importante era que habían colaborado personas de un alto porcentaje de departamentos de la empresa, y en general se había corrido la voz y eran ellos quienes voluntariamente venían a ofrecer su colaboración.
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Resulta que se trata de un regalo de despedida, pues la persona -algo quemada, por cierto- se marcha de la empresa. No por mejor dinero. No por un puesto más alto. En sus propias palabras gana calidad de vida, participando en un proyecto mucho más apasionante. Cosas del corazón, que al final tiene más peso del que creemos en la toma de decisiones (y si no lo creeis, echad un vistazo a uno de los últimos libros de Punset).
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No puedo evitar pensar que esa historia me enfrenta cara a cara con uno de los mejores indicadores del valor añadido que una persona aporta a una empresa. El número de personas que lamenta tu marcha. El número de personas que acuden desinteresadamente y de forma voluntaria a despedirse. Lo rápido que circulan determinadas noticias.
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No puede ser tan difícil hallar indicadores vinculados al capital humano. No puede ser tan difícil que indiquen a priori, no siempre a posteriori.

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