Ayer tomaba algo con un amigo que bastante cabreado me contaba cómo su jefe había tirado por la borda una de sus ideas y adoptado la que a él se le había ocurrido (Desde mi humilde opinión, ambas no eran en el fondo TAN diferentes).
"¿Y qué hago? Si mi jefe tiene una idea, nunca va a elegir la de otro "¿Como le convenzo que mi idea es mejor?"
Como haber entrado en el juego de "que c... son los jefes" solo nos hubiese llevado a una espiral de frustración, analizamos la situación y descubrimos que, quizás en este caso, todo venía de haberse hecho la pregunta inadecuada.
Quizás la cuestión no es ¿Cómo convenzo al otro que mi idea es mejor?. Tal vez el otro está pensando exactamente lo mismo. Quizás una pregunta más adecuada es ¿Por qué tenemos puntos de vista diferentes sobre la forma de solucionar una situación dada?
Aunque puede haber muchas variables a la hora de elegir una u otra opción, hay tres cuyo análisis creo que no debe faltar:
¿Tenéis el mismo nivel de información?
Por información me refiero tanto a datos como a las conclusiones obtenidas de esos datos. Puede que ambos sepáis que hay un 10% de insatisfacción en cliente, pero no para ambos puede implicar que haya que definir un plan de acción. Quizás uno tiene datos gracias a su nivel jerárquico y otro ha obtenido la información por los flujos informales.
¿Tenéis los mismos criterios y objetivos?
Hablamos de los condicionantes que deben darse para que consideremos una situación resuelta con éxito. En caso que la cosa acabe bien ¿ambos tenéis la misma imagen? Quizás para uno lo importante es mantener la relación con el cliente y para otro hacer esa venta concreta.
¿Las prioridades están ordenadas de igual manera?
Incluso cuando los objetivos coinciden, no siempre compartimos aquellos que son imprescindibles y aquellos que se pueden sacrificar. Quizás para uno la evaluación de objetivos depende de sus ventas este mes y para otro se trata de mantener un ritmo mensual mínimo.
Creo que reenfocar la discrepancia como mínimo desde estas dos preguntas nos puede ayudar a buscar un punto intermedio que tome lo mejor de cada opción, ya que nos focaliza en el problema y no en la persona y coloca el control de la situación en nuestro tejado (no se trata de convencer a otro, sino de que hagamos análisis de la situación).
Hemos hecho firme propósito que, la próxima que nos pase algo similar, aplicaremos este consejo (a ver qué sucede).
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