sábado

El reflejo del 17B

Un experimento breve de disfrute para el reto de @divagacionistas

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El señor Robles dejó lo mejor de sí en el reflejo del vagón.

El anciano pasó las dos horas de viaje roncando, con su rugosa frente aplastada contra el frío cristal de la ventana, ignorante del paisaje que corría en dirección contraria su destino, como si todo el escenario huyese del lugar al que se dirigía ese pasajero tan gruñón y triste.

Al levantarse de un bote cuando la megafonía anunció su ciudad, estaba tan enfrascado en quejarse del tiempo y salir antes que nadie que no se percató de una figura idéntica a él atrapada en la superficie transparente de la ventana, junto al asiento 17B.

Un revisor descubrió en la ronda de noche el translúcido reflejo atrapado en el cristal, que le saludó desde su encierro. La imagen sonreía pues, oculto bajo capas de recuerdos grises y negativos, el señor Robles en la infancia había pasado interminables horas jugando con una maqueta ferroviaria. El empleado avisó al jefe de estación, que subió la noticia por todo el escalafón jerárquico. Los directivos de la empresa deliberaron sobre lo que debía hacerse, y finalmente decidieron continuar los viajes con normalidad. Al fin y al cabo aquel tren tenía menos de un año de antigüedad, y el más mínimo parón era impensable si querían sacarle toda la rentabilidad económica que había en el complejo (y muy caro) plan de negocio de esa línea.

Nadie lograba localizar al dueño del reflejo. Ni un eminente investigador paranormal que trató de comunicarse por el milenario método de apoyar su frente prominente contra el cristal, tanto por la parte de fuera como de dentro. Y es que el señor Robles, que odiaba el asiento de mesa compartida que le había tocado, había decidido cambiarse a un asiento de ventanilla, haciéndose el dormido cuando el ocupante de pleno derecho había aparecido, sin abrir los ojos por muy educadamente que el otro hombre carraspease.

Durante más de un mes el reflejo del señor Robles acompañó diariamente a todo viajero del asiento 17B. A veces jugaban a las películas en tono bajito, para no molestar a nadie. A veces hacía como que corría, simulando sortear los obstáculos del paisaje.

Finalmente un investigador privado de la compañía ferroviaria localizó al señor Robles. No se mostró nada contento con el encuentro, ni con todos los viajes que su reflejo tenía pendientes de pagar, incluso aunque le hicieron rebaja por eterealidad.

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