sábado

Eres mala persona, siempre lo haces todo mal

Me encanta (y a veces asusta) la forma que tenemos de economizar palabras para causar el máximo efecto. Nuestro cerebro tiene una tendencia natural a simplificar y estandarizar para poder actuar más eficientemente.

Por ejemplo, el título del post. Probad a soltarle esa frase a alguien en un tono neutro y con cara seria. Es una buena recopilación de las estrategias más comunes que nos ayudarán a iniciar una discusión ¿nos suena?.

Vamos a verlo por partes:

Eres mala persona: Comenzamos con un primer impacto de carácter general en el adjetivo (mala) y específico en el nombre (Tú). De esta forma logramos que

  • A nuestro oyente no le queden dudas que nos referimos a él (evitamos que piense que es una excepción si decimos “Los hombres sois malos”, por ejemplo)

  • Al desconocer exactamente a qué nos referimos no tenga capacidad de réplica, sin quedar infantil (“No, yo soy bueno”) por lo que lo más seguro es que pregunte “¿Por qué?”. Si no has soltado ya la segunda parte de la frase, este será un buen momento.

Siempre: Es importante evitar encarcelarnos en un momento temporal. Eso podría permitir justificaciones coyunturales (“tenía un mal día”, “no había dormido”, “estaba preocupado con otras cosas”) o incluso un ataque directo (“Es que, justo antes, tú…”). Además, nos permite descartar cualquier contraejemplo positivo que nos ponga catalogándolo como excepción (o, si eres un artista de la discusión, seguro que puedes encontrar que el contraejemplo tenía algún interés oculto)

Todo mal: De nuevo, el verdadero as de la discusión no concreta. Ante las evidentes demandas de ejemplos de nuestro interlocutor, debemos usar la técnica del disco rayado (¡Pues todo! ¡todo!). Esto nos permite, además de enrocarnos en nuestra posición, enviar un mensaje subliminal al otro (“Eres un inepto por no saber ver lo evidente”, “No te importo”)

Los mensajes subliminales son como un torpedo a la línea de flotación: No puedes pararlo porque no ha sido verbalizado (y si intentas sacarlo a flote, has expuesto todas tus defensas) y genera un malestar emocional que normalmente se canaliza entrando de lleno en la discusión.

Eric Berne estaba maravillado por estos procesos en los que voluntariamente ambas partes se meten de lleno en juegos que bajo la apariencia de “vamos a hablarlo y a solucionar las cosas”, son relaciones destructivas para ambas partes.

Evidentemente es raro que se den los tres componentes en una sola frase; pero es muy habitual encontrar uno u otro en nuestras conversaciones cotidianas, más o menos ocultos. Os reto a un pequeño juego (vamos a “gamificar” el concepto, como se dice ahora): Id de safari. Durante tres días estad atentos en vuestras conversaciones a los tres elementos de una buena discusión (sea hacia vosotros o hacia terceras personas, claro).

Y cuando surjan, haced “¡Click!” en vuestra cabeza. ¿Cuántos clicks habéis logrado?

¿Hay alguna frase que, en positivo puede hacernos evitar una discusión? Probablemente hay muchas fórmulas asertivas cuando alguien hace algo que no nos gusta, pero al final todo se resumen en si realmente creemos en lo siguiente:

“Te respeto. Creo en ti”

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